lunes, 3 de diciembre de 2012

Cada momento.

Otra vez la ventana con rejas era el objetivo de sus miradas. Era otra noche cualquiera, en la que la chica de siempre miraba por la ventana . La tarrina de helado, se había convertido en un batido en el que la fresa y la vainilla funden todo con un color rosado, se le pasaban las horas volando mientras recordaba cada momento, todas esas tardes en el parque, todos esos momentos junto a él, cuando una sola sonrisa suya la hacía sentir la mejor del mundo, moría por esos mofletes que se ponían ligeramente rosados cuando le decía lo guapo que iba.
Por cada detalle, por un simple "adiós fea", que la hacía sentirse como nunca nadie, porque había conseguido lo que siempre quiso, había conseguido hacerla sonreír, a todas horas, saltando los obstáculos.
Es cierto que a veces, parecía que la fatiga les podía, pero con solo un abrazo al día siguiente recuperaban las energías de el principio.
La mirada se la perdía en las hojas ya amarillentas de los árboles de su calle. Todo iba bien, mejor que nunca.
Se tumbo en su cama, esa cama testigo de una de las tardes más increíbles de su vida. Parecía que solo con oler la almohada, podía volver al pasado, cuando ella tenía la cabeza sobre el pecho de él, cuando no había ningún problema, lo que llaman los calores que hay antes de la lluvia.
-Todo irá bien, lo hemos prometido, ¿recuerdas?
-No lo puedo recordar porque nunca lo he olvidado.
-Te quiero Manu.
-Te quiero Pau.
Manu.

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