jueves, 3 de enero de 2013

El frío del cristal.

La fría ventana al resbalar en ella la lluvia.
El vaso roto en el suelo por culpa de la rabia, del odio.
La punta cortante de transparente material arráncandote los sueños de las venas.
Esas gafas empañadas por la emoción, o por la tristeza de los lloros.
El cristal que permite pasar la luz e iluminar esa tenue habitación.
Ese cristal, frío, impasible, que te permite ver las cosas más serenas.
Ese cristal, que no nos deja quedarnos ciegos.

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